No creáis en las mentiras de la nueva humanidad.
Tras el horror del sigo XX, existe un horror mucho mayor en el nuevo pacifismo sobre el que se adormece un Occidente que enarbola a media asta la trasnochada bandera de la Revolución Francesa. ¡Que no nos tomen el pelo con esa falacia, ni siquiera un sueño, que alimenta el tsunami devastador de hambre, miseria y muerte que acabará sepultándolo!
Hoy, la libertad de Occidente se exhibe en escaparates de saldo ante los cuales se agolpa una muchedumbre sin esperanza. Hoy, la libertad se vende , y con ella, se desvanece el sueño de justicia de los hombres; hoy, la libertad se regala, se embala, se ornamenta con lazos de colores y se pavonea por las pasarelas del mundo, pero se exporta la opresión y el servilismo al imperialismo de siempre.
Y qué decir del manido y postmoderno concepto de igualdad con el que se justifica la mediocridad de las masas o la fascinación por las modas; el dirigismo del poder y la laxitud en las costumbres son los pilares que sostienen la globalización planetaria, el nuevo imperialismo. Ni somos iguales ni queremos serlo.
Recoged la proclama de los Derechos del Hombre y prendedla fuego en la hoguera de la fraternidad. El Congreso de las Naciones Unidas es una comedia al servicio del poder, una farsa de lúgubres espíritus en busca de enemigos que doblegar en nombre de la paz.
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