II
Que tú fueras la niña,
simplemente con eso;
porque el tiempo está exhausto,
simplemente no existe
bajo la flor silente
del almendro. Que tú
fueras la niña, solo
con eso rondaría
el carnero a lamerte
desnudos, agostados
los huesos, en la noche
doliente en que no habita
el recuerdo. Serías
la niña, la doncella
con la piel del carnero.
Sin palabras, compañero. Un placer leerte y volver por aquí. Feliz Navidad
ResponderEliminarFeliz Navidad, Carlota. Me hace muy feliz tu comentario. Anoche lo escribí y no esperaba este premio. Como siempre, gracias.
ResponderEliminar¡Qué alegría, Paco, volver a saber de Ardena! Ya era hora de activar este sitio un poquillo. Y puesto que terminamos bien el 2013, sigamos adelante, a ver si el año nuevo nos trae toneladas de inspiración. Abrazos.
ResponderEliminarGracias Inma. Espero poder salir a flote poco a poco. Tengo ideas, pero poco aliento. ¿Hastío? Me llenan de alegría tus palabras. Casi ha pasado un mes desde tu comentario. Besos.
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