Completamente solos, sin que nadie repare en nuestra soledad, la oscuridad se cierne sobre nosotros. Hablo, pero me falta aliento y sé que tú me hablas aunque tu voz se ahogue sumergida en las aguas dormidas del estanque.
Nuestro pequeño mundo; ese lugar escondido tras nuestros deseos, como cueva, como refugio de nuestros deseos más íntimos, enclavada en un paraje recóndito entre altas cumbres nevadas, bañado por las frescas y cristalinas aguas de un riachuelo lleno de vida. Allí oculto en nuestros pensamientos que cobran vida en esa realidad aparte, sentimos y percibimos que somos eternos, cualquiera que sea nuestro estado mutable.
A veces, la vida se convierte en un continuo letargo, un sueño del que nunca se despierta. Así, la vida se escapa entre suspiros y cuando creemos despertar, seguimos anhelando esa ensoñación que la vida nos niega, que no vemos o no sabemos retener. Cada paso en el camino es nuestro y de ningún otro. ¿Qué nos impide darlo? Precisamente que siempre se materializa y queda la huella en el camino.
Nuestro pequeño mundo; ese lugar escondido tras nuestros deseos, como cueva, como refugio de nuestros deseos más íntimos, enclavada en un paraje recóndito entre altas cumbres nevadas, bañado por las frescas y cristalinas aguas de un riachuelo lleno de vida. Allí oculto en nuestros pensamientos que cobran vida en esa realidad aparte, sentimos y percibimos que somos eternos, cualquiera que sea nuestro estado mutable.
ResponderEliminarA veces, la vida se convierte en un continuo letargo, un sueño del que nunca se despierta. Así, la vida se escapa entre suspiros y cuando creemos despertar, seguimos anhelando esa ensoñación que la vida nos niega, que no vemos o no sabemos retener.
ResponderEliminarCada paso en el camino es nuestro y de ningún otro. ¿Qué nos impide darlo? Precisamente que siempre se materializa y queda la huella en el camino.