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viernes, 22 de marzo de 2013

Voz sumergida.

Tres. Seis.

Completamente solos,
sin que nadie repare
en nuestra soledad,
la oscuridad se cierne
sobre nosotros. Hablo,
pero me falta aliento
y sé que tú me hablas
aunque tu voz se ahogue
sumergida en las aguas
dormidas del estanque.

2 comentarios:

  1. Nuestro pequeño mundo; ese lugar escondido tras nuestros deseos, como cueva, como refugio de nuestros deseos más íntimos, enclavada en un paraje recóndito entre altas cumbres nevadas, bañado por las frescas y cristalinas aguas de un riachuelo lleno de vida. Allí oculto en nuestros pensamientos que cobran vida en esa realidad aparte, sentimos y percibimos que somos eternos, cualquiera que sea nuestro estado mutable.

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  2. A veces, la vida se convierte en un continuo letargo, un sueño del que nunca se despierta. Así, la vida se escapa entre suspiros y cuando creemos despertar, seguimos anhelando esa ensoñación que la vida nos niega, que no vemos o no sabemos retener.
    Cada paso en el camino es nuestro y de ningún otro. ¿Qué nos impide darlo? Precisamente que siempre se materializa y queda la huella en el camino.

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