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miércoles, 22 de febrero de 2012

Cançó a Mahalta

Quan vaig visitar Catalunya per primera vegada, la Setmana Santa de 1999, he de confesar que ho feia molt expectant. Estava estudiant tercer a la Escola d'Idiomes i vaig pensar que era el moment per a practicar català. Potser Barcelona no era la ciutat més adient perquè, com tots sabem, és més cosmopolita, però, clar, si fas una comanda en català, el cambrer et respondrà en català, com és lògic. Sempre recordaré aquella primera resposta: bé, realment no en recordo més que va dir quelcom i la paraula targeta, i això perquè li vaig preguntar: "com?", perquè repetés el que havia dit. Home, jo m'esperava la paraula tarja i, en sentir "targeta", vaig descol.locar-me.
Després de visitar Barcelona, vaig necessitar passejar per Madrid per a donar-me compte que la meva ciutat era també bella, però, això sí, diferent. La resta de Catalunya va consistir en pobles medievals de la província de Barcelona, o ciutats com ara, Girona, Banyoles, Olot o Besalú, localitats tan meravelloses com el paisatge que les envolta.
Però, sens dubtes, un dels records més bonics, des d'un punt de vista personal, va ser el mini-c.d. de Lluís Llach que van donar-me amb la compra del diari Avui. Ho dic perquè portava cinc cançons molt emotives que amb el pas del temps vaig fer meves, cinc cançons que vaig fer pròpies com a representació sonora de la meva experiència vital. Una d'elles, és "Cançó a Mahalta", que és una adaptació del poema de Màrius Torres.
Volia compartir amb tots vosaltres el sentiment que emporta i traslladar el seu significat a qualsevol situació en què cadascú hagi pogut sentir-se com un meandre, com un riu sinuós que porta al seu costat un ànima bessona.

martes, 14 de febrero de 2012

La Pepa: el sueño constitucionalista.



LA ESPERANZA ILUSTRADA

En palabras del historiador francés Pierre Vilar, a finales del siglo XVIII España parece decidida a embarcarse en el capitalismo de manera que para favorecer la producción y el comercio se promueve la eliminación de aduanas interiores, el cobro de derechos sobre la importación y la exportación, se simplifica la reglamentación y se suprimen ciertos derechos gremiales. Otra serie de reformas se dirigen a la defensa de las tierras comunales y a la desamortización de bienes de la Iglesia y de la realeza. Pero, como ya es sabido, la reforma resultó tan vasta que apenas si se materializó, entre otras cosas porque la propiedad de los pueblos y ciudades estaba mayoritariamente en manos del clero y la nobleza. La lucha contra la corrupción y el nepotismo no sirvieron de mucho cuando a las puertas de la Revolución Francesa España seguía vacilante entre la renovación y el estancamiento.

EL INICIO DE LA CRISIS

El conde de Floridablanca y el conde de Aranda encarcaban respectivamente la renovación adminsitrativa, económica y cultural, y el mantenimiento de las estructuras de poder. El primero se echó atrás ante el cariz que tomaba la revolución del país vecino y entonces se dispuso que fuera Godoy quien encabezara los asuntos de Estado.
Pero la decisión estaba tomada: bajo ningún concepto se permitiría que las ideas de la Revolución Francesa penetraran en España y, por tanto, la censura cobró mayor protagonismo, se reforzó la frontera con Francia y se tomaron las medidas necesarias para presionar al gobierno francés con el fin de que detuviera el camino que había emprendido.
Para ello, el gobierno de Carlos IV contaba con el apoyo de la nobleza y el Clero quienes no dudaron en apoyar el cierre de los periódicos, en controlar las Sociedades de Amigos del País y en reforzar el papel de la Inquisición, todavía activa, en el control que ejercía sobre las obras de los ilustrados Rousseau y Montesquieu. A pesar de estas medidas, los ecos de la revolución llegaron a través de revueltas, tumultos y pasquines mientras aumentaba el descontento popular sobre Godoy, principal amenaza para el Príncipe de Asturias, futuro heredero del trono.

Resumen de: Lovett G.H. La Guerra de la Independencia y el nacimiento de la España contemporánea.
Solé Tura. J. y Aja. E.: Constituciones y periodos constituyentes en España (1808-1936)
Anes.G.: El Antiguo Régimen: Los Borbones.

LA REPERCUSIÓN DE LA POLÍTICA NAPOLEÓNICA.

Las ideas de los girondinos de extender la revolución a toda Europa y, por tanto, conquistarla, triunfaron finalmente. Europa se enfrenta a las ideas revolucionarias y a su carácter expansionista.
Los pueblos conquistados integraban el imperio y por tanto lo mantenían con sus impuestos y con sus levas, pero en el plano económico no podían hacer sombra a la productividad francesa. Se trataba de que esos países fuesen mercados en los que colocar los productos franceses y que a su vez fuesen proveedores de su industria. En definitiva, una política vejatoria que acompañada de decretos contra los países conquistados, no buscaba otro fin que el de la consolidación de la burguesía francesa.
Desde luego que en ese terreno, iba a toparse con el poderío de Inglaterra quien, de una manera indirecta, iba a apoyar cualquier movimiento de liberación en Europa así como competir buscando mercados en los que  colocar los productos de su industria.
La lucha en ambos terrenos estaba servida y, por eso, la Península Ibérica cobraba un interés especial. España y Portugal eran dos potencias coloniales; la primera poseía una gran armada que podía servir a los intereses de Francia para combatir a Inglaterra en el mar. La segunda era aliada de Inglaterra y eso la convertía en enemigo real.
Tras el fracaso de Trafalgar, 1805, el tratado de Fontainebleau, 1807, sella el reparto de Portugal, al sur del cual Godoy, el Príncipe de la Paz constituiría un pequeño reino después de que las tropas francesas penetrasen por España para consumar la ocupación del vecino país.
Como dijo Aymes: "La expedición a España deriva de una serie de consideraciones entre las que se encuentran mezcladas la debilidad militar del estado vecino, la complacencia de los soberanos españoles, la presión de los fabricantes franceses, la necesidad de arrojar a los ingleses de Portugal, la enemistad del Emperador hacia la dinastía de los Borbones y los imperativos de una estrategia política para el conjunto del Mediterráneo.
Pues bien, Napoleón esperaba que España ayudase a Francia a cumplir los objetivos de la ocupación de Portugal, pero además, esperaba que España quedase inmediatamente incorporada al sistema imperial. El propio Napoleón en Santa Elena diría: "Esta desgraciada guerra me perdió". Y es que Napoleón contaba con que sus tropas conocieran bien el terreno, con que el enemigo no empleara los mismos métodos, y esperaba combatir contra ejércitos tradicionales y no contra un pueblo volcado en la guerrilla.

EL MOTÍN DE ARANJUEZ.

El motín de Aranjuez fue preparado por una parte de la nobleza, el apoyo del clero. Un golpe de estado encaminado a frenar una serie de reformas molestas para los defensores del antiguo régimen, si bien el pueblo lo veía como la liberación del Príncipe de Asturias frente a las maquinaciones del valido Godoy. Intervino de manera directa una parte del pueblo que dependía directamente de quienes lo organizaron. El resultado fue la caída de Godoy, la abdicación de Carlos IV y la subida al trono de Fernando VII.

Carta de Carlos IV a Napoleón, informando de su abdicación forzada (23-03-08)

Carta del rey Carlos IV al emperador Napoleón en Aranjuez á 23 de marzo de 1808, en la que le informa que "Yo no he renunciado en favor de mi hijo sino por la fuerza de las circunstancias, cuando el estruendo de las armas y los clamores de una guardia sublevada me hacían conocer bastante la necesidad de escoger la vida ó la muerte" ; y en la que se subordina totalmente á Napoleon.
« Señor mi hermano : V. M. sabrá sin duda con pena los sucesos de Aranjuez y sus resultas ; y no verá con indiferencia á un rey, que forzado á renunciar la corona, acude á ponerse en los brazos de un grande monarca aliado suyo, subordinándose totalmente á la disposición del único que puede darle su felicidad, la de toda su familia y la de sus fieles vasallos. Yo no he renunciado en favor de mi hijo sino por la fuerza de las circunstancias, cuando el estruendo de las armas y los clamores de una guardia sublevada me hacían conocer bastante la necesidad de escoger la vida ó la muerte, pues esta última se hubiera seguido después de la de la reina.
Yo fui forzado á renunciar ; pero asegurado ahora con plena confianza en la magnanimidad y el genio del grande hombre que siempre ha mostrado ser amigo mío, yo he tomado la resolución de conformarme con todo lo que este mismo grande hombre quiera disponer de nosotros y de mi suerte, la de la reina y la del príncipe de la Paz.
Dirijo á V. M. I. y R. una protesta contra los sucesos de Aranjuez y contra mi abdicación. Me entrego y enteramente confío en el corazón y amistad de V. M., con lo cual ruego á Dios que os conserve en su santa y digna guarda. De V. M. I. y R. su muy afecto hermano y amigo. Carlos »

Fontana. J.: La crisis del Antiguo Régimen. 1808-1833.

Como afirma Artola, M. en La burguesía revolucionaria, los planes de Napoleón cambiaron a partir de la renuncia de Carlos IV. Ahora les obligaría a abdicar a sus derechos así como a sus descendientes, y los cedería a él mismo. Desde ese momento, Napoleón podía nombrar rey a quien quisiera, siempre que mantuviera la unidad del reino y conservase el catolicismo como única religión.
Napoleón utilizaría las Cortes para entronizar a José I y otorgar la primera constitución a España, lo cual era del agrado de los grupos partidarios de la reforma de la monarquía.

He aquí el texto de proclamación de José Bonaparte como rey de España. Junio de 1808.

Napoleón por la gracia de Dios, Emperador de los franceses, Rey de Italia, Protector de la Confederación del Rhin (...).
La Junta de Estado, Consejo de Castilla, la villa de Madrid, etcétera, habiéndonos por sus exposiciones hecho entender que el bien de España exigía que pusiese prontamente término al interregno, hemos resuelto proclamar, como Nos proclamamos por las presentes, Rey de España y de las Indias a nuestro muy amado Hermano José Napoleón, actualmente Rey de Nápoles y Sicilia. 
Garantizamos al Rey de las Españas la independencia e integridad de sus estados, así los de Europa, como los de África, Asia y América. Y encargamos que el Lugar-Teniente General del reino, los ministros y el Consejo de Castilla hagan expedir y publicar la presente proclamación en las formas acostumbradas, para que nadie puede alegar ignorancia. 
Dado en nuestro palacio imperial de Bayona el 6 de junio de 1808. Napoleón. Por el Emperador, el ministros Secretario de Estado Hugo B. Maret. 
Gaceta de Madrid, 14 de junio de 1808


Anes G. El Antiguo Régimen. Los Borbones.
Artola M. La burguesía revolucionaria.
Aymés J.R. La Guerra de la Independencia en España.
Fontana J. La crisis del Antiguo Régimen. 1808-1833.
García Nieto C. Y otros. Revolución y Reacción V.I.
Lovett G.H. La Guerra de la Independencia y el nacimiento de la España contemporánea.
Marx y Engels. Revolución en España.
Pabón, Comellas, Sosa. Historia contemporánea General.
Sainz de Varanda R. Colección de leyes fundamentales.
Solé Tura y Aja E. Constituciones y periodos constituyentes en España. (1808-1936).
Tuñón de Lara M. La España del siglo XIX.
Vilar P. Historia de España.




martes, 7 de febrero de 2012

Charles Dickens: realismo y sentimentalismo.

La novela victoriana tiene a uno de sus máximos exponentes en Charles Dickens, cuyo genio literario se forjó al calor del éxito y la proliferación de las novelas por entregas, todo un negocio para escritores y editores.
Dickens no pudo abstenerse a participar del engranaje comercial de fama y popularidad en la que se hallaban inmersos él y el resto de escritores coetáneos de la Inglaterra de mediados del siglo XIX y por eso sus novelas son permeables a la influencia y los condicionamientos que ejercían el clamor y la opinión de los lectores.
Con el bagaje de los escritores ingleses del XVIII, Dickens publicó Pickwick, la primera novela realista inglesa, una obra no exenta de un sentimentalismo que agradaba a su público burgués y con la que lejos de buscar la crítica social, hay una complacencia en la objetividad del documentalista, en cuyas descripciones no desaparecen  nunca buenas dosis de humor.
Seguramente, de los bajos fondos londinenses nace una intención más comprometida que se manifiesta en Oliver Twist, 1837, al año siguiente de su primera novela, pero ya hemos comentado cómo las demandas del público lector condicionaron su obra, de manera que Dickens no completa el retrato de corrupción e injusticia sociales y se inclina hacia una novela con final feliz para descargo de algunas conciencias.
Así, en 1843 sale a la luz Canción de Navidad de la mano de un autor complaciente con la clase social dominante. Una obra moralizadora que se suma a la lista de un conjunto de entregas navideñas en la que el egoísmo de Scrooge atenta contra los principios fundamentales en los que se reconoce el ser humano.
Habrá que esperar hasta 1850 para descubrir a un Dickens, más alejado del simplismo y la sensiblería, que retoma el mundo de la infancia como protagonista, revestida ahora de mayor autenticidad y trazos autobiográficos que a algunos ha hecho pensar que reflejan una niñez de pobreza que Dickens no tuvo. Así, David Copperfield es una novela muy completa tanto en su concepción narrativa como por la interesante perspectiva social que acompaña a la narración.
Esa línea continúa Tiempos difíciles, 1854, quizá la obra más inteligente del autor y la más actual desde el punto de vista del análisis mordaz de un capitalismo en pleno desarrollo.
Estos títulos y otros menos conocidos configuran el legado de un autor que disfrutó en vida de un éxito y un reconocimiento que ha llegado hasta nuestros días, de una popularidad a la que han contribuido no sólo el hecho de legarnos una obra cercana a la sensibilidad del ser humano sino las múltiples versiones cinematográficas que han plasmado en imágenes nuestras lecturas.