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lunes, 25 de octubre de 2010

Toponimia

Asunto apasionante éste de la toponimia, nombres que guardan el secreto de nuestros orígenes, la esencia fundacional de nuestros pueblos. Nombres tan elocuentes como herméticos que hablan a las claras o se muestran reservados ante aquéllos que desean conocer su identidad.
Entre la Geografía y la Historia de la Lengua, cada topónimo se aferra a un periodo de nuestra Historia y también de nuestra intrahistoria.
Comencemos pues con este poema de Miguel de Unamuno para que cada cual añada como comentario el topónimo que sienta más cercano así como la explicación de tu etimología.

Ávila, Málaga, Cáceres,
Játiva, Mérida, Córdoba,
Ciudad Rodrigo, Sepúlveda,
Úbeda, Arévalo, Frómista,
Zumárraga, Salamanca,
Turégano, Zaragoza,
Lérida, Zamarramala
Arrancudiaga, Zamora.
Sois nombres de cuerpo entero,
libres, propios, los de nómina,
el tuétano intraductible
de nuestra lengua española.

2 comentarios:

  1. Me quedo con Frómista, como símbolo del Románico puro, con Úbeda y su belleza renacentista, y como no mencionar a los otros es hacerles una gran injusticia, digo "¿Zamarra... qué?". No había oído hablar de este pueblo, ni de Arrancudiaga. Añado además todos los topónimos que comienzan con "Al-", que me encantan por su pasado árabe, y como nota curiosa recuerdo ahora un pueblo por el que pasé este verano: Pesadas de Burgos, y cuyo cartel me hizo imaginarme por qué se llamaría así, si porque pesan a todas las mujeres del lugar, o por lo obvio...
    Curioso poema de Unamuno, que no conocía. Estupenda idea la de llenar lagunas literarias de los filólogos que en su día nos decantamos por otras áreas.

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  2. Me ha encantado la propuesta. Desde mis lejanos años de facultad me ha atraído misteriosamente la toponimia. De hecho, me leo compulsivamente todos los carteles indicativos de las carreteras y, si me gustan, los paladeo en voz alta...Manías filológicas.
    Te regalo un topónimo asociado a mi infancia y a un huerto con una higuera: "Casielles"; es el nombre del pueblo donde vivía mi abuela y donde pasé horas y horas y horas.
    Se trata un topónimo asturiano que básicamente parte de "casa" con la adición del diminutivo "-iella", que en plural transforma su vocal final en "- e". En castellano sería algo así como "casillas".

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